Escribir
una novela es un trabajo hacia dentro, hacia los estratos más
profundos. Durante mucho tiempo no hay nada que enseñar, y
prácticamente nada de qué hablar, porque suele suceder que cuando martirizamos a algún amigo amable y le contamos de qué estamos escribiendo, lo enunciamos
en voz alta, el argumento nos suena ridículo, absurdo, vacío.
Cuatro hojas y un tallo raquítico que no parecen valer nada. El
verdadero trabajo es hacia lo hondo, sin testigos. Solos en casa,
escribiendo. O con los ojos mudos observando el mundo y tomando
notas, dejando que cale la gente, la vida en las capas más
profundas, bajo nuestra permeable epidermis de escritores.
Las
novelas crecen hacia dentro y no deben salir hacia la luz hasta que
estén listas. Mientras tanto, paciencia, trabajo, tierra, agua,
soledad, silencio.
Esa es justamente la diferencia entre una tesis doctoral y una novela. En la tesis no debes escribir una palabra mientras no esté todo hablado y discutido; de la novela no debes hablar una palabra mientras no esté escrita entera. Cada comentario anticipado es una rendija por la que se pierde fuerza.
ResponderEliminarMiguel, gracias por tu comentario.
ResponderEliminarSe me ocurre que hay novelas que podrían funcionar como tesis doctorales sobre el comportamiento humano.
El dibujo es bastante chulo.
ResponderEliminarLeonor, ya leí sobre que no hay que decir ni pío sobre la novela que estás escribiendo porque te suena estúpido y luego pierdes interés en ponerte a escribir. Da miedo. Es como una especia de... ¿maldición, no? Como una orden: "Como digas en alto una sola palabra del libro, jamás podrás escribirlo."
Creo que, por si acaso, no lo haré. La verdad, el escrito crece dento de uno,mismo, tanto en el corazón como en la cabeza, y se plasma en tinta.
Es una bonita reflexión, Leonor,
sigue así y espero la respuesta del email que te mande,
Anais